7.- ¿Está en crisis la izquierda? (una respuesta a J.F. López Aguilar)

Desde hace un tiempo el Gobierno ha «girado a la derecha» sin ningún tipo de dudas. Los mensajes a los mercados son obvios… y con ello también al resto: pensionistas, trabajadores y parados… Algunos y algunas siguen definiéndose como “de izquierda”, aunque sus actuaciones no lo corroboren. Repasemos qué es ser de izquierdas para algunos miembros cercanos a este gobierno, a partir de un artículo de hace un tiempo: “¿De verdad está en crisis la izquierda?”, El País, 28 de julio de 2010, de J. F. López Aguilar, uno de esos tipos que no me caen mal, pero que creo que hace un análisis muy sesgado, y de muy bajo nivel para lo que podría esperarse. Así pues, vamos a rebatirle, aunque la “tribuna” sea de acceso más restringido que la suya. Creo que los planteamientos que hacía todavía son aplicables a hoy, cuando es evidente que el gobierno no sólo no rectifica, sino que sigue con el volante girado a la deecha: 

1.- Dice usted: “esta crisis ha impreso también su propio carácter político, con una redefinición del mapa de poder en Europa en que muchos entrevén una sequía de ideas y de credibilidad de la socialdemocracia. Su más directa expresión sería el declive de la participación. No sólo en las elecciones al Parlamento Europeo sino en las nacionales, cada vez más ciudadanos desdeñan las urnas desde el escepticismo, el cinismo o el desprecio a la política

[perdóneme por mi ignorancia, señor López Aguilar, pero creo que usted ha sesgado el análisis. Lo de “entrevén” suena a broma, cuando los partidos teóricamente socialistas (o socialdemócratas, si lo prefiere) no han aportado ni una sola idea realmente de izquierda como medida para hacer frente a una crisis que parte de aquello a lo que supuestamente deberían “combatir”: el capital financiero internacional, o si lo prefiere de otra manera, para defender los intereses de aquellos a los que supuestamente representan: la “O” de obrero, con los matices que queramos hacer a lo que a día de hoy debe significar. No lo entrevemos, lo percibimos con total claridad y nitidez: la socialdemocracia (al menos la actual), aparte de NO SER de izquierda, NO tiene ideas, más allá de la aceptación del neoliberalismo imperante.

¿Declive de la participación? ¿Y qué coño quieren, y perdone la expresión, cuando sólo hay dos opciones que en realidad, para lo que concierne a la economía, se condensan en una sola? Ustedes montaron (o heredaron, para ser precisos, pero viene a ser lo mismo) la “bipartitocracia”, donde ninguno de los dos grandes partidos está dispuesto a ceder una parte de la tarta del poder más allá de un “turno de partidos”, donde el poder real está en esos partidos dominados por sus nomenklaturas, donde la “obediencia debida” es la norma, donde los diputados faltan a sus puestos cuando les parece oportuno, donde los principales puntos de los programas se eliminan en nombre de quién sabe qué, donde la corrupción es la norma (por más que de vez en cuando veamos la punta del iceberg), donde la incompetencia de nuestros líderes, demostrada en los últimos debates sobre el Estado de la Nación y en cada aparición pública, donde el único argumento parece ser el “y tú más”… rebajando el grado de lo que es tolerable (en el discurso político serio) a límites absurdos… Podría seguir, pero creo que es suficiente

¿Y para qué serviría votar si lo pensásemos fríamente? Vivimos en una democracia instrumental, formal, que sólo garantiza el medio para no poder cambiar nada. Apariencia democrática de elección de representantes de la soberanía popular, que teóricamente deberían gobernar respondiendo a lo que el pueblo les pide, y no al contrario (“mandar obedeciendo” es la única realidad verdaderamente democrática). ¿Y a ustedes, les ha importado alguna vez la participación, cuando hablan con ligereza de los porcentajes de votos, omitiendo siempre que nunca un partido ha gobernado con el consentimiento de más del 15 o 20% (y creo que exagero) de la población? ¿Es ese el modelo de democracia que quieren que traguemos? Pues yo he ido votando, pero creo que dejaré de hacerlo cada vez más. Total, para lo que mi voto puede cambiar, o para lo que se “le escucha”…

¡Claro que los ciudadanos cada vez más desdeñamos las urnas!, “desde el escepticismo, el cinismo o el desprecio a la política”, dice usted. Pero se equivoca. Escepticismo sí, pero no cinismo, que eso queda para ustedes, la clase política; ni desprecio, dado que precisamente luchamos por recuperar la pasión política, la primacía de la política sobre la economía en nuestras sociedades, cosa que ustedes han eliminado. Han eliminado cualquier debate serio sobre las cuestiones políticas, y se han bajado los pantalones (sean del partido que sean) ante “la necesidad” impuesta por el FMI, la UE, los “mercados” o lo que sea. Ustedes desdeñan la verdadera política. Nosotros no, lo que hacemos es quererla, entre otras cosas para que la economía no domine la sociedad. En cualquier caso, si alguien se define de izquierda, por favor, vote a la izquierda de verdad, y al menos veamos cómo podría equilibrar algo la balanza, y no «castigue» el antisocialismo de los socialistas votando al PP o a Rosa Díez, a los que, por cierto, de camino, este gobierno les ha hecho el «trabajo sucio»

2.- Sigue diciendo: “para actuar desde una ofensiva progresista, lo primero es constatar en positivo la aportación socialdemócrata: los estímulos fiscales y el posterior mecanismo europeo de estabilidad financiera tuvieron su formulación primera en los socialistas europeos, obligados a recordar que la austeridad nunca ha sido un fin en sí, como tampoco la razón última de ser la lucha contra el déficit: lo es la facilitación (sic)  del crecimiento y el empleo para la refinanciación de la política social

[¿Y qué significa toda esta palabrería? No ha dicho nada, excepto, puede intuirse, que hay que aceptar las normas de los mercados financieros para garantizar la estabilidad. Socialismo puro, perdóneme usted, no es esto]

3.-Continuemos: “Por su parte, el déficit no es en sí el peor mal cuando ha ayudado a sostener el gasto social (sic) y la inversión (sic), no digamos ya el “rescate” de las entidades financieras y sectores productivos a punto de derrumbarse. El proyecto de la izquierda no se agota en el neokeynesianismo de la demanda, sino que comprende también tanto la redistribución de las oportunidades de prosperidad como la aseguración de la equidad intergeneracional, transnacional y global

 [le confieso mi sorpresa ante eses “no digamos ya”. ¿Eso es la izquierda? ¿Bajar sueldos a los funcionarios, congelar pensiones, subir impuestos indirectos (mientras apoyan la eliminación incluso de algunos directos), pedir “apretarse el cinturón” a los que menos tienen mientras dan “cariñosos avisos” a los defraudadores de cuello blanco y no hacen nada para controlar las cantidades indecentes que se mueven desde aquí hacia paraísos fiscales…? ¿Y los beneficios escandalosos de las grandes compañías? ¿Es esa su respuesta a la crisis, hacer que gane más quien todo tiene ya? Y ante esto, gran propuesta: “la redistribución de las oportunidades de prosperidad”, una frase que los hermanos Marx le hubieran agradecido, pero que en el fondo no significa nada más allá de retórica vacía si luego se legisla en dirección contraria]

4.- Y sigue: “el proyecto de la derecha no pasa por ilusionar ni por ofrecer esperanza: hoy se limita a explotar el malestar generado por los daños de la crisis

 [veo que sigue a su presidente de partido: ante la falta de argumentos, la mejor defensa es es “y tú más”, que, bien es cierto, en su partido gemelo del PP utilizan aún con más “libertad”. ¿Dónde está hoy el proyecto del PSOE? Bueno, en realidad yo sé dónde está, pero está más cerca de lo que supuestamente critica que de lo que dice defender]

5.- Y como remate, neohabla de Orwell: “la respuesta progresista pasa, sí, por apuntar la salida de este bache y por exprimir y explicar las inaplazables lecciones de tan ingrata experiencia para que nuestra economía no vuelva a extraviarse de nuevo en los errores del pasado

[Me lo explique, que no lo entiendo. De nuevo “la parte contratante de la primera parte es igual….”, esto es, marxismo puro, pero de los hermanos Marx, y no de Karl]

 6.- Culminando con la gran traca final: “la izquierda europea debe asumir como un deber no sólo su contribución a la recuperación y generación de empleo, sino a la preservación de la confianza en la política como espacio de debate y decisión en democracia

[Me va a perdonar otra vez, pero eso es en realidad lo que solicitamos la izquierda, si bien ustedes, que supuestamente nos representan desde la izquierda, giran hacia otro lado. Queremos un gobierno de izquierda que apueste no ya sólo por la “recuperación y generación” de empleo, sino también por su mantenimiento (¿le recuerdo las cifras de lo que han conseguido?); por la vía política como medio de control de los grandes estafadores financieros internacionales, y no como vía sesgada para derivarles los ahorros de un país a esos mismas corporaciones que provocaron la crisis; y por el debate real, y no por la carencia de propuestas de PSOE y PP, únicas alternativas al parecer dado que dominan el sistema, y por supuesto ninguno de los dos está dispuesto a tocar ni un ápice de la ley electoral para que puedan aparecer otras propuestas, que, no sé si serán óptimas, pero, al menos, en principio, sí son de izquierda] 

¿De verdad está en crisis la izquierda?, titulaba usted su artículo, aunque en su desarrollo no se haya dignado a responder. Ya que estoy, trataré de responderle yo. Lo está, aunque también está viva, pero es esa verdadera izquierda que cuestiona y no acata el giro a la derecha que su partido viene dando desde hace tanto tiempo. Quizá pesa la historia, y recordar el papel jugado durante la dictadura de Primo de Rivera no sea un asunto menor, en vista de cómo gestionan ustedes, supuestos socialistas, las cuestiones que a tod@s nos afectan.

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